Los impuestos, necesidad y aversión

28 Jun

Sin duda, uno de los temas de la humanidad que más aversión provoca, es el pago de los impuestos. Cuando éstos son retenidos por nuestro empleador o un tercero, nos causa menor antipatía debido a que esos ingresos nunca estuvieron en nuestras manos, pero cuando llega la fecha de calcularlos para sacarlos de nuestra cuenta bancaria, es cuando nos recorren variados sentimientos y ninguno ellos es agradable.  En esa realidad presente, solo deseamos que no existieran, o bien, que deberían ser menores a los que realmente pagamos, y pocas veces o nunca, pensamos la finalidad de los mismos y los beneficios que recibimos a cambio, y es más, muchas de las veces solo pensamos que no recibimos lo suficiente por parte del Estado por lo que pagamos, y nos viene a la mente la cantidad de veces que se publica sobre el mal uso que hacen algunos gobernantes en turno, y de cómo han desviado recursos para beneficio propio y menos de la comunidad.  Es probable que esos pensamientos los generemos, porque no, por justificar el no querer pagar impuestos.

Lo cierto es que, al vivir dentro de cualquier sociedad, como necesidad humana, generamos requerimientos que solamente a nivel colectivo se pueden satisfacer, los cuales son insoslayables e imprescindibles.  Pero todas esas no pasan por nuestra mente al momento de tener la obligación del pagarlos.  En una sociedad o país donde el nivel de pobreza es elevado, las necesidades se incrementan y los pagadores de impuestos disminuyen, provocando un creciente circulo vicioso, pues paulatinamente los recursos escasean y la demanda colectiva aumenta.  Al mismo tiempo que incrementan los problemas, se incrementa la complejidad para encontrarle soluciones, y surge el permanente cuestionamiento ¿Qué debemos hacer para mejorar la situación económica y disminuir los problemas a cero? Teorías han habido muy diversas y para todo tipo de épocas y sociedades, pero aún no conocemos la que corrija todas las anomalías, y es altamente probable que el problema esté por un lado, con los defectos del comportamiento del propio hombre dentro de la sociedad, y por otro lado, el enorme volumen poblacional con sus multivariadas formas de pensar y actuar.  El socialismo o comunismo no tardó en mostrar sus fracturas, no por la ideología per se, sino por su ejecución en manos del hombre, lo mismo el capitalismo, que no acaba por corregir los problemas de desigualdades, donde los éxitos solo se van a unos cuantos, pero que no alcanzan a cobijar a los otros muchos.

Luego entonces, a los impuestos se les otorga la tarea de corregir las desigualdades que provoca el sistema económico, pero tampoco logra su propósito, la razón, nuevamente la mano del hombre y la complejidad del conjunto de problemas.  Gobiernos van y gobiernos vienen, todos con las fórmulas secretas de la solución a todo tipo de necesidades, pero una vez en el gobierno, ¿las siguen manteniendo en secreto? la realidad es que no existen, nunca las han tenido, y mientras tanto, los unos cuantos siguiendo pagando impuestos para soportar las necesidades de los otros muchos, y el ciclo se repite una y otra vez, mientras partidos y gobiernos, sin capacidad en materias económica y social, se desgañitan la garganta para vociferar el mejor producto sanador para la sociedad, resultando que no son más que productos derivados de mentiras, mera retórica para alcanzar las posiciones políticas que al final nunca representan para lo que realmente deben de funcionar.

Los impuestos, siempre han sido y seguirán siendo necesarios, de los impuestos y de la muerte nadie se ha de librar, por lo que en principio los debemos tener por asentados, pero ya ha de ser tiempo, que de la misma manera, debemos tener por asentado que debemos exigir que esos impuestos regresen en los servicios que la sociedad necesita y demanda.  No habremos de aceptar más retórica de soluciones mágicas, ni de mesías añorados, ni de políticas Robin Hood, ni de gobernantes incapacitados, y si más exigencias para que aquellos que elijan tener un trabajo público, lo haga con la ética y la clara convicción de que sus funciones están a favor de la sociedad, y que los impuestos no son para beneficios personales, sino para un fin de colectividad social.  Así un día no muy lejano, podamos pensar que expedir un cheque para el pago mensual de los impuestos, también tengamos la convicción y el agrado de que regresará para lo que todos necesitamos en sociedad.

Dr. Adrián Gómez Oyanguren.